Escucho, veo, leo sobre
los desgraciados acontecimientos sucedidos hace unos días, cuyas
consecuencias están por descubrir; me pongo en su lugar, debería
decir intento ponerme en su lugar y no puedo; nunca me han gustado
los grupos donde los débiles intentan parecer valientes, donde los
cobardes intentan pasar por valerosos, tampoco aquellos que presumen
de lo que no tienen, y menos aún aquellos que airean a los cuatro
vientos sus desmanes (desmán: del latín, manus, manada.).
Me
vuelvo a poner en su lugar (el de ella ahora), también ahora
debería decir que lo intento, porque por mucho que me repelan,
ciertos actos, siempre serán poca cosa en relación a lo que aquella
chica sufrió aquél día, los siguientes y los que vendrán.
Me
pongo en el lugar de cualquiera de esas mujeres que salen a combatir
cada mañana (sigue siendo una mera intención), recuerdo
tantas vidas robadas, y comprendo su rabia, su desesperación ,
incluso su ausencia de esperanza.
Intento
pensar como lo harían sus abogados y puedo comprender hasta cierto
punto que se utilicen todas las artimañas posibles por ambas partes,
pues entiendo que así es nuestra injusta justicia.
Intento
empatizar con quienes juzgan el caso, y tampoco lo consigo, porque me
da la impresión de que a quien se juzga es a la víctima en vez de a
los “presuntos” torturadores, y no puedo menos que recordar a
aquellos negros extraídos junto a sus raíces a viva fuerza de sus
territorios; esclavizados ellos esclavizadas y violadas ellas,
ahorcados, tiroteados, acuchillados, o muertos a golpes o de
cualquiera de las múltiples formas que se puede terminar con una
vida, y solo porque alguien determinó en su propio interés, que no
eran como el resto de seres humanos.
Y esa
es entiendo yo la cuestión, al parecer, sigue habiendo interés en
que la mujer no esté al mismo nivel que el hombre, que sea solo, un
“ser”, que aunque tenga múltiples acepciones, nuestro viejo
latín nos dice que viene de “sedere”, y significa estar sentado.
Podríamos añadir “estarse quieto” en este caso “ESTATE QUIETA”, inmóvil ante los acontecimientos, tal vez muerta para no
molestar.
Es
muy grave que la violación sistemática siga vigente en muchos
países del mundo; grave que las mafias campen a sus anchas y que
aquellos negros, sean hoy mujeres y niños de cualquier raza o color;
pero que sobrepasado el año 2000, integrados como estamos en aquella
reina mitológica llamada Europa y apodada de la razón, de la
cultura, y del progreso, sigan sucediendo actos criminales como
abusar de una joven en un día de fiesta, puede ser cualquier cosa
menos tolerable.
Por
desgracia seguirá sucediendo y la mayoría lo seguiremos leyendo, lo
escucharemos en los telediarios o en los programas de radio, lo
seguiremos por medios informáticos como hacemos con el resto de
miserias humanas; pero si no nos rebelamos, si no somos capaces de
defender a quienes sufren injusticias, algún día esos actos, caerán
como una losa sobre todos, y como tantas veces se ha repetido, para
entonces ya será tarde para ellas, pero también para nosotros.