Hay
carreras y carreras, todas tienen en común por lo
general, la generosidad de los participantes, sobre todo si tenemos
en cuenta que pagan por correr, aunque ya se sabe, sarna con gusto no
pica, de modo que algunos intentan sacarle partido.
No creo que
sea el caso, pero cada vez hay más comentarios en torno a las
carreras por montaña, que aluden al “acabose”; hay tantas
carreras a lo largo de la geografía, que podríamos decir que casi
es lógico haya sucesos indeseados, aunque no conviene olvidar que
sobre este terreno, a veces el corredor se la juega.
Existen
críticas fundadas entre los veteranos, sobre la participación de
corredores cortos de experiencia; muchos recordarán un “Soplao”
de hace unos años en el que algunos participantes muy sabiamente
escogieron la retirada y llegaban ateridos de frío y con un
castañear de dientes que no presagiaba nada bueno para los que aún
continuaban en carrera.
Sin ir más
lejos algún deportista poco habitual, conoció los rigores de este
tipo de carreras desde la adversidad en la prestigiosa prueba “LA
PEÑA DEL TREN”, aunque pudo haber sido en la “ALTO SIL”, “EL
CUETO DEL OSO”, o cualquier otra. El caso es que las bajas
temperaturas, y la nieve, junto a una indumentaria propia de una
pista de atletismo en pleno mes de agosto no convirtieron a nuestro
protagonista en una estatua de hielo, pero casi.
En la
carrera de este fin de semana en San Glorio, se acumularon demasiados
fallos, como para no tenerlos en cuenta.
Por un lado
hablamos de una carrera de montaña, que teniendo todo lo necesario
para despertar la envidia de cualquier organizador, presentó unos
desniveles un tanto deficientes.
Por otro y
sin duda el más grave, las balizas y señalización de cualquier
tipo brillaron por su ausencia, con lo que de haberse dado un clima
cambiante como viene siendo habitual en la montaña pudo haber
supuesto un preocupante extravío de corredores, pues si de noche
todos los gatos son pardos; con malas condiciones o simplemente con
niebla, yo no sé cuantos habrían llegado a meta.
Hubo más
quejas (a partir de aquí ya solo constato lo
que me han contado), como un avituallamiento
un tanto escaso, tanto líquido como sólido; aunque en mi opinión
no considero este último lo más preocupante para una distancia de
alrededor de los 20kms.
A pesar del
buen tiempo reinante, solo gracias a gente foránea, que con sus
gritos pudieron orientar a muchos corredores, el hecho de que durante
el recorrido hubo algún grupo de personas bien situadas a lo largo
del recurrido, y la ausencia de complicaciones ortográficas,
influyeron para que no se perdieran muchos más.
Las duchas a
16 kilómetros de meta, tampoco fueron desde luego la mejor opción,
y una vez más hubo que dar gracias al excelente tiempo reinante
durante la prueba en un mes en el que pudo haber sucedido cualquier
cosa por aquellos hermosos parajes.
Muchas
quejas también por la comida posterior a la carrera, al parecer no
solo fue el panadero el que falló, sino una vez más, la
planificación, pues 15€ deben dar un poco más de sí, sobre todo pensando en un desplazamiento tan largo como este.
A favor de
la organización, una rápida respuesta en forma de disculpa por los
errores cometidos, que es muy de agradecer; no obstante, una prueba
en la que aparece el nombre de la Diputación
de León; debería tener al menos un
responsable que vele por el producto que intentan vender.