Vamos a dividir el artículo en tres capítulos:
1.- Vamos a correr descalzos... Tralará... (Capítulo 1)
2.- La técnica de carrera, pautas a seguir. (Capítulo 2)
3.- Zapatillas, casas comerciales y tendencias (Capítulo 3)
VAMOS A CORRER
DESCALZOS... TRALARÁ... (Capítulo I)
Como diría alguno de mis
pupilos, ya iba siendo hora, y es cierto; creo que es el momento.
No se si alguna vez he sido el primero,
ni me importa; si algo me ha demostrado la experiencia a lo largo de los
años; es, que por muy autodidacta que seas; por lo general, hubo otro
antes que tú que se anticipó a tus ideas, solo que no fue corriendo
a registrarla. A día de hoy algunos de aquellos pioneros se
llevarían una sorpresa, al ver cómo, muchos, no tienen escrúpulos
en apropiarse de cualquier idea que les acerque un poco más al
abismo de la fama.
Desde siempre me atrajo
la idea de descalzarme; lo que puse en práctica en múltiples
ocasiones, incluso hoy día, en cuanto tengo ocasión me muevo con
los pies desnudos. Al principio parece que la piel se revela y si te
tocas raspa como una lija; notas las piedras por pequeñas que sean,
sobre todo si caminas y se te clavan en el talón; pero poco a poco
es como si se perdiera sensibilidad y los inconvenientes del terreno
van molestando menos, al tiempo que la piel, (al tacto),
curiosamente, se suaviza un tanto.
Antes de nada, y puesto
que una grandísima mayoría va a seguir cayendo de talón; tengo que
decir que lógicamente para este tipo de corredores, la amortiguación
es importante, y estoy de acuerdo en que busquen la mejor zapatilla
para sus condiciones; pero a mi modo de ver, con cada apoyo están
echando en cierto modo el freno de mano; quiero decir que cada vez
que el talón impacta contra el suelo, hay un instante en que parte
de la energía acumulada con el impacto, vuelve hacia atrás, justo
la dirección contraria en la que vamos.
En un principio, traté
de convencer a alguno de mis colegas; recuerdo muy bien como
intentaba explicarles que aquella vieja norma sobre que al caer el
pie soportaba todo el peso del cuerpo multiplicado por 3 (por
6 según algunos.
¿quien da más?), se podía variar en función de la
técnica de carrera, pudiendo mediante su aplicación, reducir esas
cifras en gran medida, y obteniendo por tanto un gran beneficio, sobre
todo en largas distancias. Pero si bien al inicio, había cierta
curiosidad; al final todo el mundo, hasta yo mismo terminábamos por
calzarnos.
Con el tiempo volví a
correr descalzo cuando se presentaba la ocasión; algunas veces sobre
el tartán de las pistas, donde el pie nota perfectamente la
superficie rugosa y como esta erosiona la piel hasta llegar a hacer
daño; otras veces en alguna carretera de poco tránsito, disfrutaba
llevando las zapatillas en las manos ante la mirada extrañada de los
pocos con los que me cruzaba; nunca fue una norma fija, pues jamás
me vi corriendo en una prueba junto a los demás con los pies
descalzos.
Posteriormente cuando
comencé mis tareas como entrenador, ni siquiera lo intenté; ya
hacía suficientes cosas “poco habituales”; de modo que
simplemente me limité a realizar ciertos trabajos con los pies
desnudos, la mayor parte de las veces en las pistas de atletismo, o
zonas de hierba, buscando que los atletas reconocieran ciertas
pautas para con ello tener un margen mayor de adaptación a mi estilo
de técnica de carrera.
A día de hoy, aún me
encanta la idea de correr descalzo, pero reconozco la enorme
dificultad de hacerlo sin correr riesgos; pues en cualquier esquina
puedes encontrarte los cascos de una botella que algún “simpático”
prefirió romper en el suelo, en vez de tirar a la basura. Realmente
las ciudades no están pensadas para ir descalzos, lo cual limita
considerablemente el campo de acción para los amantes de esta
técnica que van apareciendo ya poco a poco, (el último que he
visto, corrió descalzo por asfalto en los 10kms de León).
Aconsejo trotar descalzo,
como aplicación de la técnica, y como método de recuperación,
tras una carrera exigente y desde luego continúo recomendándolo
siempre que el terreno lo permita. ¿Por qué vamos a confiar, la
amortiguación a una zapatilla, cuando tenemos el mejor sistema de
suspensión del mundo en nuestros propios pies? No olvidemos que
todo lo que traslademos a la zapatilla, dejará de estar bajo nuestro
control; de modo que cualquier defecto en la zapatilla puede
convertirse en una lesión para el corredor.
Tal vez para salir al
paso de la pregunta ¿Cuál es la mejor técnica de carrera?, debería
contestar, que aquella que permite a un individuo concreto obtener
mayores beneficios con el mismo nivel de esfuerzo, pues cada
individuo, además de una calidad, tiene su propia estructura, como
ocurre con el ADN; aún así, estoy convencido de que la técnica
debe de ser la misma para todos, independientemente de que cada uno
por su propio bien deba realizar ciertas correcciones personales
antes de ponerse a la tarea de correr.
No voy aquí a tratar de
convencer a nadie; en absoluto; cada uno tiene que ser libre de
experimentar y de hacer lo que crea más conveniente, nunca fue bueno
hacer las cosas por la fuerza, por mucho que para algunos sea el
mejor sistema de gobierno. Simplemente voy a tratar de explicar cuál
es a mi juicio la técnica de carrera más ventajosa y luego cada
cual, que tome su propio camino, y tan amigos.
Es evidente pues que soy
un firme defensor de correr descalzo; pero debe quedar más claro
aún, que no se puede correr de cualquier manera, ni descalzo ni
calzado; o tal vez si se puede, pero no se debería. Estoy hablando
evidentemente de la técnica de carrera.
LA TÉCNICA DE
CARRERA, PAUTAS A SEGUIR (Capítulo II)
Comencemos por
colocar el cuerpo correctamente y bien alineado; la idea es
adelantar un poco el centro de gravedad, inclinándonos hacia
delante (15cms aproximadamente tomando como referencia la frente);
pero como si nuestro cuerpo fuera un poste; es decir, la inclinación
la da dejarse caer un poco (nunca agacharse).
Si ya estamos en
posición, vamos a mirar hacia la dirección de carrera; todo lo que
no sea así, sobre todo si se repite mucho será un desperdicio de
energía; incluso en competición, no deberíamos perder tiempo en
mirar atrás.
La cabeza debe de
mantener la línea de la columna (el poste), la barbilla siempre paralela al
suelo, y no inclinarla nunca sobre el pecho, para no romper la
linealidad.
Los hombros,
deben de estar relajados en todo momento, pero manteniendo la
tensión mínima para que no se curven hacia delante. En esto ayuda
meter aire en los pulmones, (sacar pecho) de modo que al hacerlo
notaremos como se nos van más fácil un tanto los hombros hacia
atrás.
Los brazos, deben
caer por su propio peso, y siempre a lo largo de los costados,
tomando como referencia ese punto a la hora de correr. Durante la
carrera, formarán un ángulo tomando como referencia la parte
interna del codo, que intentarán mantener durante el mayor tiempo
posible.
Las manos, se
mantendrán próximas a las caderas en su paso “adelante atrás”;
dando libertad a las muñecas, que no deben generar ningún tipo de
tensión.
Las caderas son
una parte esencial en la técnica de carrera, aunque muy pocos
corredores aprovechan este recurso. De hecho deben participar
activamente en un movimiento inicial adelante arriba, siendo
esencial en la longitud de zancada, y en el gasto energético.
Las piernas,
gracias a la impulsión y la participación de la cadera deben subir
hacia delante y arriba, colocando la rodilla prácticamente a la
altura de la cadera, para iniciar posteriormente, un descenso y un
recorte de modo que el pie, caiga un poco hacia atrás y nunca por
delante del centro de gravedad.
Las rodillas,
deben de participar lo justo, pues deben dar prioridad a los
tobillos.
Los pies, que
serían lo que el cerebro a las ideas, son la clave en relación a
la técnica de carrera que yo empleo. La caída se produce de
metatarso; más o menos, sobre esa especie de almohadilla que
tenemos antes de los dedos, pero como he dicho antes, la caída no
se produce de atrás-adelante, sino de adelante-atrás.
Debemos aprender
a relajar todas aquellas partes de nuestro cuerpo que no intervienen
en ese instante o que lo hacen en un plano secundario o casi nulo.
Como norma general, lo
primero es que cualquier cambio en la técnica requiere de una
adaptación, mayor o menor en función de la complejidad que la misma
tenga para cada aspirante.
De todos es sabido que
las carreras se ganan en el suelo, y no manteniendo la suspensión;
de modo que la distancia entre apoyos (longitud de zancada) vendrá
dada por esa misma norma; norma que por otra parte no habla de
distancias concretas; por lo que como siempre cada uno la adaptará a
sus circunstancias, pues no es lo mismo hacer un 1000 en pista que un
kilómetro vertical. De modo que saquen sus conclusiones y si
escuchan cosas, incluso de personas con gran respaldo mediático,
mediten antes de ponerlas en práctica; pues bien pudiera ser que la
ignorancia de muchos se convierta en una verdad para tontos. Dicho de
otro modo, hay mucha gente por ahí, que está inventando todo el
día cosas y no saben donde tienen su pie izquierdo (yo
podría ser uno de ellos).
Queda pues explicada
“groso modo”, la técnica de carrera, que insisto, no pretendo
hacer universal ni mucho menos, pero sí que creo, puede serle útil
a algunos corredores que insisten en caer de talón, consiguiendo así
una repercusión en cadena desde el talón, hasta la nuca, que ni da
ventajas en la competición, ni proporciona ningún beneficio.
Solo añadir, que cambiar
la forma de correr a la que uno está habituado no es sencillo, y en
algunos casos, es tarea prácticamente imposible, sobre todo si no se
tiene confianza en el cambio.
Para realizar la mejor
adaptación, cada persona debería conocer primero, cuáles son sus
defectos a la hora de correr para intentar corregirlos, y una vez
solucionada esa parte, comenzar alternando trote descalzo con trote
calzado, realizando una progresión generosa en el tiempo, y ritmo,
hasta la total adaptación, tanto muscular, como y sobre todo mental.
He dejado para el
final un par de temas que seguro también provocarán controversia,
pero que vuelvo a insistir; no buscan la provocación, sino tan solo
aportar ideas, y en esas estamos.
ZAPATILLAS, CASAS
COMERCIALES Y TENDENCIAS (Capítulo III)
Los que tenemos una edad
y restos de memoria, recordarán el tipo de zapatilla que usábamos
en nuestra época; yo que tengo más de la primera que de la segunda,
me tengo que conformar con algunos rasgos, y entre ellos uno
fundamental y directamente relacionado con lo que estamos hablando;
que yo recuerde, las había más duras y más blandas, tanto en la
suela como en el exterior, pero no existía la cámara de aire ni el
gel. Es cierto que había ya materiales que absorbían mejor que
otros el imparto a la hora de caer; pero la característica que más
recuerdo es que eran todas muy planas, y generosas con el espacio del
pie.
Sea como fuere, el caso
es que la rivalidad entre las casas comerciales y el jugoso negocio
del deporte ya funcionaban como una maquinaria bien engrasada, y
estas, trabajaban lógicamente en conseguir dominar las tendencias
del público en general y sus posibles compradores en particular,
utilizando igual que ahora a los ídolos del momento como señuelo
para la venta de sus productos, que en la mayoría de los casos,
estos ídolos no se ponían más que para el anuncio.
A veces estudios
patrocinados por las propias casas, o en alguna ocasión, tal vez por
alguien “neutro”, nos ponían sobre la pista de cuál era el
mejor material del momento y cuáles eran sus ventajas; provocando a
continuación un aluvión de mensajes publicitarios y repetitivos
hasta la saciedad, encaminados por supuesto a atontar y captar
compradores para sus productos.
Nos tienen bien
acostumbrados a dar bandazos continuamente, ahora esto es bueno, y
mañana malo, en este momento va bien, luego no. En este juego,
todas las cartas están del mismo lado, ellos ganan, nosotros
perdemos.
No quiero hablar de la
explotación en relación a la producción, pero todos sabemos que
hay millones y millones de zapatillas a la venta, unas son copia casi
exacta de otras, unas sirven para esto y otras para aquello, pero
¿realmente las necesitamos?; mi respuesta contundente es no: al
menos no necesitamos tanta variedad, no necesitamos en ningún caso
zapatillas inteligentes que “pronan” o “supinan” a su antojo,
no necesitamos cámaras de aire ni geles; para el que quiera
utilizarlas basta con una zapatilla convencional y aplicar el sentido
común.
El cuerpo humano se
adapta a prácticamente todo, pero con muchos de los cambios hay una
lucha genética interna, debido a la cual, la memoria que pueda
conservar nuestro cerebro respecto a la forma de correr, no me cabe
duda de que tiene relación con pisar directa y correctamente el
suelo sin intermediarios, o como mucho, dadas las dificultades para
correr siempre descalzo, al menos con superficies duras como las
suelas de cuero de no hace tanto, que lograban una sensación
bastante parecida.
Tal vez deberíamos de
hacer aquí un paréntesis en relación a las carreras por
montaña; uno de los negocios más fructíferos de los últimos
años para algunas CASAS COMERCIALES; y si bien también
ocurre algo similar en cuanto al aspecto comercial; no podemos
lanzarnos a competir alegremente por la montaña, sin una ropa y un
calzado, que debe de cumplir unos mínimos requisitos. (De
hecho se exige un material obligatorio para poder participar en este
tipo de carreras, y en algunos casos una experiencia previa
acreditada).
Cuando subes por allá
arriba; cuando cae la noche, cuando llueve o nieva, o el termómetro
sube o baja a su antojo, y un viento endiablado se te mete en los
huesos, no es suficiente con un pantalón y una camiseta de algodón;
(Tenerife Bluetrail, Diagonal des fous y Cavals del
vent de este 2012 son una desgraciada muestra de lo que estamos
hablando), es evidente pues, que el material debe de ser
el más adecuado a esas circunstancias; y a pesar de todo, la
tontería también existe aquí y la variedad es tan amplia que nos
podemos volver locos escogiendo “lo mejor de lo mejor”.
LA TENDENCIA desde
hace un tiempo; son las denominadas “zapatillas minimalistas”
(zapatillas llevadas a su mínima expresión). No recuerdo que
se produjesen grandes movimientos en este sentido con la aparición
del gran Abebe Bikila; ni con la presencia en la escena europea de
otros atletas (Africanos fundamentalmente) que también corrían
descalzos en sus lugares de origen, y calzaban sus primeras
zapatillas, casi al tiempo que su fichaje deportivo. Sin embargo con
la publicidad dada al pueblo Raramuri, (los
desgraciadamente, famosos indios de la sierra Tarahumara mejicana),
ha sido el acabose, y curiosamente, mira tú por dónde, estos no
corrían descalzos.
Zapatilla muy plana, usada por algunos marchadores, hace ya unos cuantos años.
Como no podía ser menos,
las casas han sacado toda su artillería pesada en este asunto, y ya
tenemos en el mercado, infinidad de zapatillas de todas las marcas y
modelos, cuya característica pretende ser que con ellas es como
correr descalzo (incluso por terreno montañoso).
No tardando mucho
volveremos a las andadas añadiendo cámaras de aire, geles o
similares que nos ayudarán supuestamente a mejorar hasta límites
insospechados, cosa que yo no me creeré. ¿Recuerdan que pequeños
eran los teléfonos móviles hace poco?.
Se produce aquí un hecho
curioso; pues aún tengo en mi poder, algún par de zapatillas de
hace ya algunos años que podríamos muy bien llamar minimalistas,
como la “
rc150” una zapatilla tan ligera, con tal poca
suela y tan poco peso, que si el terreno no era demasiado liso,
notabas cualquier piedra por pequeña que fuese casi directamente en
el pie.
Esta es la RC150 que ya no se fabrica; minimalismo puro.
Es verdad que seguramente estaban pensadas para gente de 60kg
más que de 80kg, pero póngale ustedes una buena suela en la
zapatería del barrio y ya pueden correr por el monte o la montaña,
como unos campeones. (
Pinchar en el enlace para ver las zapatillas)
http://barriosantana24.blogspot.com.es/
Esta es una zapatilla con suela de goma dura del zapatero.
No es por cierto, la
única zapatilla que ha existido de este tipo; los que han deambulado
por el mundo de la marcha atlética lo saben muy bien. Incluso los
que
no han contado con el beneficio de la diosa fortuna, saben
perfectamente lo que es, tener que alargar la vida de unas viejas
zapatillas, gracias al buen hacer de aquellos excelentes zapateros
que todos conocimos y que están a día de hoy por desgracia a punto
de extinguirse.
Como se ve es una pieza completa.
Tengo que reconocer
sinceramente que alguna de estas nuevas zapatillas, me atrae y mucho,
por su colorido y sobre todo por su formato, pues es lo más similar
a lo que yo recomiendo; pero aún así, al no aplicar la técnica
correcta, volvemos a estar en las mismas, y aquellos que han oído
hablar sobre la total ausencia de lesiones con este producto, se
llevarán más de una sorpresa; y si no, basta observar a algunos
“corredores minimalistas” y luego díganme ¿corren diferente
con estas que con las otras?. La respuesta se la voy a dar yo:
muchos, siguen corriendo igual, incluso se les ve felices cayendo
sobre el talón y flexionando por las rodillas a tope, colocando en
ocasiones los cuádriceps casi paralelos al suelo.
Una vez más el miedo
influye en la técnica de carrera de múltiples formas, miedo a lo
desconocido, miedo a la lesión, miedo a no obtener mejoras, miedo al
qué dirán; sea como fuere, por muy minimalista que sea una
zapatilla, mientras tenga algo de tacón, (no creo
que existan con inclinación negativa en el talón)
siempre tendremos tendencia a tocar con él en el suelo.
Concluyendo, y aún
reconociendo diferencias entre unos productos y otros, creo
firmemente, que no es la zapatilla lo primero que tenemos que buscar
prioritariamente para alcanzar mejoras, sino como ya hemos dicho
antes, primero corregir los defectos; después la técnica más
apropiada, aquella que como dijimos al comienzo de este artículo,
permite a un individuo concreto obtener mayores beneficios con el
mismo nivel de esfuerzo, y finalmente la mayor dosis de ilusión
posible; cuando se tienen ganas de hacer cosas, cuando se disfruta
corriendo y se quiere seguir haciendo durante mucho tiempo; es más
fácil que el resultado sea satisfactorio.